Este
artículo centrará su análisis, sobre el poco apoyo que podría lograr
el actual Presidente de la República del Perú, Ollanta Humala Tasso, si de él se esperase otro 5 de abril de 1992.
Noto con ya
bastante preocupación que las circunstancias actuales en el Perú están
cambiando; desde la poca capacidad de la prensa peruana, celoso guardián
de los intereses de la clase empresarial de este país, hasta flaqueza
Institucional de la Democracia en el Perú; desde la falta de compromiso
de la mayoría de los ciudadanos de este país, hasta somnolencia que
causa el llamado gran crecimiento económico en sus mentes y que hace
que la nueva clase media emergente este más preocupada en sus
bolsillos del presente que en sus bolsillos del futuro (craso, pero
evidente error); desde lo que yo considero la muerte lenta del Estado —desde su creación—, hasta su incapacidad por conseguir las metas u
objetivos que sus ciudadanos esperan de él. El estado peruano que ha
decepcionado a sus ciudadanos, parece estar una vez más frente a dos de
los fantasmas que históricamente lo han perseguido: las dictaduras y los
autoritarismos.
Cuando cualquier ciudadano peruano se anima a
averiguar sobre la historia de su país, de su gente, sus orígenes,
“sobre el Perú”; uno no encuentra sino ruinas y escombros, el Perú es
uno de los muchos países que ofrece una historia muy triste desde su
fundación como República, una historia plagada de corrupción, guerras
internas, caudillismos, discriminación y demás cuestiones desagradables
describen la historia de este país.
El Perú lleva un poco más de
10 años de democracia, desde la caída de Fujimori; hoy 2013 a este
país, lo gobierna una vez más un ex militar llamado Ollanta Humala, el mismo que si bien en un primer momento encarnó la esperanza
de la clase más indignada de este país, una vez llegado al poder
traicionó aquellos valores morales por los cuales fue conocido y
apreciado.
Ahora sobre este fenómeno hay dos cosas a discutir muy
importantes; la primera es que si bien Humala significo todos los
rincones olvidados del país en su primera postulación a la
presidencia, una vez llegada la segunda oportunidad, como lo dicen la
mayoría de los analistas de izquierda de este país, fue capturado por
la derecha, pero más que eso Humala no llegó al poder precisamente
porque la derecha haya tenido mucho que ver, sino porque este llego al
poder bajo el auspicio de la creciente y cada vez más pasiva, clase
media peruana.
Yo creo que Humala ganó las elecciones porque
cumplió, más allá de las pretensiones de la clase alta, las
expectativas de la clase media, pues el viraje hacia la hoja de ruta le
dio un apoyo mayoritario sobre la sombra mortal de la institucionalidad
de este país, que significo el fujimorismo, y es que en realidad es
esta, la clase media, la que está definiendo el futuro de la clase
política en el país, sino observemos como es que después de la campaña
sucia contra Susana Villarán, la clase media no se comió el bocado y la
apoyo para que esta no fuera revocada.
Así las cosas, desde mi
punto de vista esta clase media creciente, acrítica y poco reflexiva es
el punto de inflexión, no solo en la sociedad peruana sino, también en
gran medida en la sociedad mundial, alguna vez oí de alguien que "en una
sociedad, la clase más peligrosa no es precisamente la clase alta,
tampoco lo es la clase pobre, sino la clase media".
Una vez
explicado el protagonismo que tiene la clase media en este país, iré
al fondo del asunto; ¿por qué Humala de realizar un autogolpe o un golpe
de estado, este no duraría más de seis meses? Crece con gran
preocupación en la convenida prensa nacional,así como en los otros
sectores de la política, principalmente de oposición, las recientes
denuncias que pesan sobre el gobierno en cuanto auna posible red de
espionaje gestionada desde la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), la misma que tiene como fin realizar labores de
inteligencia al servicio del estado peruano, sobre todo para cuestiones
de seguridad nacional; ha empezado a tomarse más enserio sus labores,
al estar espiando no solo a sujetos, que seguramente calificarían como
potenciales enemigos del estado peruano, llámese terroristas,
narcotraficantes, etc.; sino que ésta, bajo presumible orden de palacio,
ha empezado a realizar labores de espionaje a periodistas, políticos,
activistas, sindicalistas, entre quizás otros grupos más.
Llama
la atención también que el presupuesto de la DINI haya aumentado en más
de siete veces, 73 millones de soles, si bien es importante contar con
un servicio secreto que este a los intereses del estado, sí puede ser
letal para la prematura democracia en el Perú, las labores de espionaje
sobre gente que no califica como potenciales enemigos del estado, sino
más bien como potenciales enemigos del gobierno; ante ello me pregunto
¿Qué es lo que pretende el gobierno de ser cierto todo esto? ¿Cuál es su
interés en averiguar e interceptar las llamadas telefónicas de las
diferentes personalidades políticas de este país?, la situación en
realidad es bastante preocupante.
Ahora si en algún momento
Humala - ante el no indulto a Fujimori, ante los escándalos del APRA
sobre los narcoindultos y la persecución política que estos le
atribuyen al gobierno, sumado todo esto a las alucinadas declaraciones
de Toledo, sobre el caso de la compra de inmuebles sin fondos de su
suegra- creyera que la oposición estaría dispuesta a celebrar algún tipo
consenso, está muy equivocado, pienso que la oposición en el Perú está
creciendo y no solo desde el sector de la política, varios miembros de
la clase empresarial peruana ven con cierto recelo las acciones del
gobierno, desde la fallida compra de Repsol, hasta la polémica ley
chatarra, a esto sumémosle también el creciente descontento de varias de
las fuerzas de izquierda, que se han sentido traicionadas por la actual
gestión, solo basta con hablar de uno de sus más connotados líderes, el desaparecido Javier Diez Canseco. La oposición en el Perú no
dejará gobernar a Humala desde el congreso, pero quizás sea esto
justamente lo que quiera el gobierno.
Cuando Fujimori cerró el
congreso aducía que el mismo no lo dejaba gobernar, pues tenía
iniciativas normativas para combatir el terrorismo, pero estas se veían
enfrascadas en el legislativo por la oposición, ante tal incomodidad
Fujimori cerro el congreso, y a pesar que llamó a nuevas elecciones para
definir uno nuevo, la democracia en su elemento más formal estaba ya
muerta. Ahora sobre esto último es importante también hacer una breve
reflexión, la misma que tendrá otro momento y otro espacio por no ser
pertinente a estas líneas.
Ahora si las condiciones se están
dando para el que el gobierno tome tal decisión, ¿Porque la misma no
tendría tanto respaldo en la población?, creo que la respuesta a esta
pregunta estará en los siguientes motivos.
Primero. Humala no
tiene un partido político, pues una de las características esenciales
del mismo es precisamente que este mantenga una línea ideológica,
cuestión que no caracteriza al partido de gobierno, más que un partido
político el nacionalismo, es un movimiento político dado por la
sensiblería de un pequeño grupo sin mucha formación política, cuestión
que es de real capital, si es que se quiere tener larga presencia y
alto calado en la política nacional.
Segundo. Humala no es un
líder político nato, pues incluso se le ha vilipendiado desde la prensa
de manera constante a raíz de las supuestas interferencias de su mujer
a la hora de gobernar, mucho menos es (a pesar que Abugattás lo diga
en cuanto programa vaya) un estadista, un comunicador o un embelesador
de masas. ¡No! Parece ser que al formación militar en Humala no le ha
permitido desarrollar otro tipo de virtudes en su vida, que seguramente
le vendrían a bien.
Tercero. Pienso que la Policía Nacional no apoyaría
decididamente este hecho, pues Humala a tratado muy mal a esta
institución y que si bien goza del apoyo de las Fuerzas Armadas este tampoco es
claro, pues existe una claro malestar al interior esta institución por
los maratónicos ascensos de la promoción del presidente a los principales
puestos de esta institución. Así las cosas; con una desaprobación en
caída y con poco respaldo, a su gestión, pienso que Humala no tendría
mucha suerte en su nueva aventura política y mucho menos la tendría su
mujer.
Cuarto. Y las más importante, es que si hay algo que
aplaudirle al ciudadano peruano, (de eso quiero sentirme por mucho
tiempo todavía, casi seguro) más aun pensando en la clase media de la
que ya he explicado, es que no creo que el Perú; después del trauma del
terrorismo y los excesos de los gobiernos autoritarios y dictatoriales,
esté dispuesto a tolerar, según las condiciones actuales, un golpe de
estado y menos si la da un militar. Me atrevo a pensar, y lo hago muy
acongojado aunque suene a burla, que de darse esto, la oposición
capitalizaría su fuerza en dos personajes, Alan García y Alejandro
Toledo, estos seguramente harían grandes convocatorias en todo el país y
se volvería a dar algo así como una nueva marcha de los cuatro suyos
para recuperar la democracia, pero es ahí donde justamente entrará a
calar decididamente la clase media peruana y mas la capitalina (y en
realidad solo por ser ahí donde se concentra casi todo el aparato
estatal del país), pues veríamos los esfuerzos de miles de jóvenes
demócratas y otros no tan demócratas, pero seguros de sus libertades
individuales, reaccionar de manera decisiva ante el nuevo invasor de
nuestras vidas; invasor que amenaza latente, pero sigiloso; invasor que
asusta, pero no logra conservar ni mantener mentes asustadas a sus pies,
sé que el Perú reaccionaría por lograr una vez más su libertad y es que
en verdad creo que como ciudadanos no podemos volver a permitirnos una
vez más que nos vuelvan a quitar la esperanza
de alguna vez vivir en un Perú digno y cada vez mejor.
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