Karl Marx |
La Teoría Crítica se presenta como una alternativa a tres posiciones presentes a la filosofía práctica contemporánea y, especialmente a tres formas diferentes de crítica social. De un lado, se encuentra la posición liberal, representada por Rawls y Habermas que buscan construir, por medio de un procedimiento, principios de crítica social de carácter externo. Así, los principios de la justicia o las condiciones ideales del discurso son construcciones externas que se usan para criticar la praxis social. La posición liberal ha resultado ser la dominante en la discusión filosófica durante las últimas décadas[1]. Por otra parte está la crítica social llevada a cabo por intermedio de la interpretación, tal como lo presenta Michael Walzer[2]. Finalmente encontramos la crítica social llevada a cabo por Michel Foucault en clave genealógica[3]. A diferencias de estos tres modelos dominantes de crítica social, la Teoría Crítica concibe la crítica “como (una) forma de reflexión de una racionalidad que a su vez debe estar anclada en el proceso histórico” (..., de esta manera) “la Teoría Crítica insiste (…) en una mediación de teoría e historia en el concepto de una razón socialmente activa”[4] Así, la Teoría Crítica desarrolla una crítica inmanente de la sociedad que es heredera de la perspectiva hegeliana de encarnación de la razón en un mundo social, que es a la vez histórico, mundo en el cual la razón se va desplegando históricamente y que alcanza su culmen en la consolidación de las exigencias normativas de la modernidad presentadas en la Ilustración.