30 de agosto de 2016

Crítica social, crítica inmanente y crítica trascendente - La cuestión de la crítica inmanente en la Teoría Crítica: Parte III

Karl Marx

2.- La crítica inmanente de la sociedad
La Teoría Crítica se presenta como una alternativa a tres posiciones presentes a la filosofía práctica contemporánea y, especialmente a tres formas diferentes de crítica social. De un lado, se encuentra la posición liberal, representada por Rawls y Habermas que buscan construir, por medio de un procedimiento, principios de crítica social de carácter externo. Así, los principios de la justicia o las condiciones ideales del discurso son construcciones externas que se usan para criticar la praxis social. La posición liberal ha resultado ser la dominante en la discusión filosófica durante las últimas décadas[1]. Por otra parte está la crítica social llevada a cabo por intermedio de la interpretación, tal como lo presenta Michael Walzer[2]. Finalmente encontramos la crítica social llevada a cabo por Michel Foucault en clave genealógica[3]. A diferencias de estos tres modelos dominantes de crítica social, la Teoría Crítica concibe la crítica “como (una) forma de reflexión de una racionalidad que a su vez debe estar anclada en el proceso histórico” (..., de esta manera) “la Teoría Crítica insiste (…) en una mediación de teoría e historia en el concepto de una razón socialmente activa”[4] Así, la Teoría Crítica desarrolla una crítica inmanente de la sociedad que es heredera de la perspectiva hegeliana de encarnación de la razón en un mundo social, que es a la vez histórico, mundo en el cual la razón se va desplegando históricamente y que alcanza su culmen en la consolidación de las exigencias normativas de la modernidad presentadas en la Ilustración.

De modo que la crítica inmanente de la sociedad, llevada a cabo por la Teoría Crítica suele encontrar en Hegel el punto de partida de su desarrollo. La idea hegeliana de que el avance dialéctico de la realidad social, hasta llegar a la configuración de la eticidad propia de la sociedad moderna representa un despliegue de la razón y de la libertad[5]. Para Hegel, la idea de libertad que se articula en la Ilustración, y que es tematizada a través de Kant, realiza su completud al conseguir concretarse en las instituciones de una sociedad moderna. De esta manera, la libertad abstracta que Kant había presentado quedaba asumida como el corazón de un proceso más amplio. Dicho proceso representa las aspiraciones que incorporan a la constitución de las instituciones sociales y políticas de la modernidad. En este sentido, la libertad abstracta se muestra superada en una libertad encarnada en dichas constituciones.

Pero, tal como lo muestra el trabajo de Marx, las sociedades fácticas muestran un déficit frente a las exigencias de la libertad ganadas en la modernidad. La conciencia de dicho déficit es capitalizado por los representantes de la Teoría crítica. Marx percibe de qué manera la sociedad moderna promete la realización de la libertad, pero al mismo tiempo de qué manera articula las coacciones frente a las personas. La forma más clara de esta contradicción se presenta en el mercado, especialmente en el mercado de trabajo: por una parte, el mercado promete realizar la libertad en su forma de libertad de contratación de empleo, sin embargo, en su realización práctica produce las condiciones de empobrecimiento un grupo de personas que, en vistas de la necesidad, se ven obligadas a contratar bajo coacción. De tal manera, la concreción misma del mercado trueca la libertad en coacción. En ello se ve con claridad de qué manera la sociedad capitalista produce las condiciones para su propia crítica. La crítica inmanente de la sociedad es la que se realiza desde principios que provienen de las mismas condiciones presentes de la sociedad. Esta tercera forma de la crítica social se constituye desde la idea de crítica inmanente desde mundo actual que Marx esboza en su carta de 1843 a Ruge: “Por lo tanto, nada nos impide convertir en el punto de partida de nuestra crítica a la crítica de la política, la participación en la política y, por ende, a las luchas reales, e identificar nuestra crítica con ellas. En ese caso, no nos enfrentamos al mundo en actitud doctrinaria con un nuevo principio: ¡Esta es la verdad, arrodíllense ante ella! Desarrollamos nuevos principios para el mundo sobre la base de los propios principios del mundo”[6].

La última frase termina desencadenando todo el significado de la crítica inmanente: “desarrollamos nuevos principios para el mundo sobre la base de los propios principios del mundo”. Los principios desde los cuales se realiza la crítica no vienen de fuera del mundo social en cuestión. Éstos no provienen de ningún otro orden social fáctico ni de un orden producido por medio de un procedimiento de construcción. Tampoco provienen de un pasado remoto de la sociedad. Se trata de principios que brotan del mismo mundo social actual. El mismo orden social existente produce los principios de su propia crítica, de manera análoga a como la sociedad capitalista produce la clase proletaria. Lo que hace la crítica inmanente es reconstruir los principios de crítica a partir del hecho de que la misma sociedad moderna es la expresión más completa de la razón en el mundo, y como tal se manifiesta a través de desplegar las posibilidades de la libertad. 


                    
[1] El nacimiento y el ocaso del debate entre los denominados comunitaristas y los identificados como liberales ha sido dominante durante los años 80 y 90. Dicho debate resulta ser un fenómeno de la presentación del libro de John Rawls, Teoría de la justicia, en 1971. Los trabajos de Sandel, MacIntyre, Walzer y Taylor, entre otros, desde diferentes perspectivas, se presentan como una crítica a los planteamientos de Rawls. Es en ese sentido, que todos estos trabajos son deudores del de Rawls y muestran una hegemonía de la posición liberal en filosofía práctica
[2] Walzer ha desarrollado su crítica social en clave hermenéutica en varios textos. Entre ellos destacan: Interpretación y crítica social, Moralidad en el ámbito local e internacional, Éxodo y revolución y Objetividad y significado social (este último, como un artículo compilado por Sen y Nussbaum en Calidad de Vida).
[3] Sigo a Axel Honneth en esta clasificación de los tres caminos de crítica social desarrollos en la filosofía práctica reciente. HONNETH, Axel; Una patología social de la razón. Sobre el legado intelectual de la Teoría crítica, en: Patologías de la razón. Historia y actualidad de la Teoría Crítica, Madrid: Katz, 2009. P. 28. El camino liberal representa un tipo de crítica externa, mientras que la crítica de Walzer es de carácter interno. La estrategia de crítica genealógica desarrollada por Foucault (deudora de Nietzsche) va a ser presentada más adelante en el presente trabajo.
[4] HONNETH, Axel; Una patología social de la razón. Sobre el legado intelectual de la Teoría crítica, en: Patologías de la razón. Historia y actualidad de la Teoría Crítica, Madrid: Katz, 2009. P. 28-29.
[5] Cf. HEGEL Georg Wilheim Friedrich, Principios de la filosofía del derecho o derecho natural y ciencia política, Barcelona: Edhasa, 1999. En especial, la sección dedicada a la eticidad.
[6] MARX, Karl; Carta a Rugue de 1843. https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/m09-43.htm

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