24 de agosto de 2016

Crítica social, crítica inmanente y crítica trascendente - La cuestión de la crítica inmanente en la Teoría Crítica: Parte II

Michael Walzer

1.- La distinción entre la crítica social y crítica inmanente de la sociedad
La crítica inmanente de la sociedad que la Teoría Crítica va desarrollando se distingue de otras formas de crítica social. Para ganar claridad sobre el concepto de crítica inmanente, estableceremos la distinción entre esta y otras formas de crítica social. Para ello buscaremos establecer un marco lo suficientemente amplio para poder abarcar las diferentes formas de crítica social. Este marco distingue tres formas de crítica social: a) La crítica externa, b) la crítica interna y c) la crítica inmanente. Cada una de ellas se distingue por los diferentes principios de crítica que utilizan. En esta sección nos concentraremos en las dos primeras formas de crítica y nos concentraremos en la tercera forma en el siguiente apartado.

1.1.- La crítica externa de la sociedad
La crítica externa presenta dos formas básicas. La primera es la crítica de una sociedad a otra, mientras que la segunda es la crítica que se realiza por medio de un proceso de abstracción del mundo social en su totalidad, por medio de la construcción de principios racionales o de otro tipo[1].

La crítica externa de la sociedad desde otra sociedad recurre a principios críticos que provienen desde fuera de la sociedad en cuestión. Estos principios son elaborados desde fuera de la sociedad y pretenden ser criterios adecuados para criticar las relaciones sociales existentes en la actualidad. Un tipo de crítica externa es la que se realiza desde los principios normativos de una sociedad externa; por ejemplo, la crítica que se dirige a una sociedad porque no conoce la “religión Verdadera” (como en el caso de la crítica que realizaron los españoles a la sociedad prehispánica en América), o la crítica que realiza Aristóteles de los bárbaros en La política.

La crítica de una sociedad a otra puede planearse dentro de una misma sociedad, apelando al regreso a etapas anteriores de la sociedad como si se tratase de un mundo o sociedad completamente diferente y perdido. Este tipo de crítica ha surgido en occidente desde el advenimiento de la modernidad y en especial, después de la instauración del “nuevo régimen” a partir de la Revolución Francesa. Representantes de este tipo de crítica son los pensadores conservadores como Joseph de Maistre, Burke y Carl Schmitt. Tal vez alguien intentará asociar este tipo de crítica a la crítica tradicional, que como veremos más adelante, se asocia a la crítica interna. Pero la diferencia consiste en que la crítica tradicional intenta volver a principios dados en el pasado de la misma sociedad, este tipo de crítica contramoderna cuestiona a la sociedad moderna desde principios que provienen de una sociedad diferente, a saber, la medieval. Una forma radical de crítica externa de una sociedad a otra podría ser la hipótesis que se podría realizar desde la ciencia ficción, a saber, la externa no desde tal o cual sociedad humana sino desde una supuesta sociedad de extraterrestres que, desde sus propios principios, realiza una crítica a toda sociedad humana existente.

Otra estrategia de la crítica externa, es la que Honneth denomina “fuerte”. Puede desarrollarse por medio de la construcción de principios por medio de una toma de distancia de toda sociedad posible. Amparándose en los poderes de la razón, el crítico social puede elaborar principios críticos para toda sociedad posible. Un ejemplo de ello lo constituye el esfuerzo por tomar distancia de la sociedad en la que el crítico se encuentre y, utilizando la facultad de la razón, elaborar principios críticos. Esta es la clase de crítica social que John Rawls realiza al presentar, por construcción, los principios de la justicia como imparcialidad, a partir de los cuales se puede criticar la sociedad en su Teoría de la justicia[2]. Otro representante es Platón, que construye, por medio de los poderes de una razón metafísica una Polis Ideal en La República.

1.2.- La crítica interna de la sociedad
Podemos destacar dos formas básicas de crítica interna. La primera es la que se desarrolla a partir de principios tradicionales basados en una estrategia neoconservadora. La segunda, en cambio, en la que se realiza recomponiendo el significado de las prácticas sociales por medio de la interpretación realizada gracias a los recursos de la hermenéutica[3]. La crítica interna neoconservadora[4] se realiza en contra de las relaciones existentes en la sociedad presente recurriendo a principios que provienen del pasado de la misma sociedad. Una de las formas de desarrollo de esta crítica es asumiendo principios tradicionales que eran vigentes en el pasado de la sociedad y, a partir de ellos, proyectar una crítica a la sociedad presente. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar cuando grupos neoconservadores ven que los valores tradicionales de la sociedad, como el sometimiento de la mujer al varón o la consideración de la diversidad sexual como formas contra natura de la sexualidad.

La segunda forma de crítica interna consiste en utilizar los recursos de la hermenéutica para realizar una interpretación de las relaciones sociales existentes que permitan extraer los principios de justicia que cuyo significado se han oscurecido por las prácticas que ha ido distorsionando los significados de los bienes de la sociedad y de las direcciones de su distribución. La crítica social propuesta desde la hermenéutica consiste en llevas adelante una rearticulación de los principios que articulan la sociedad presente. Se trata del “[i]ntento de llegar a los fundamentos normativos de una sociedad reconstruyendo normas morales ancladas en las prácticas sociales de una sociedad determinada”[5]. La crítica interna de orientación hermenéutica fue desarrollada por Michael Walzer, e incorpora la crítica que proviene de los profetas de Israel o de la religión profética[6].

El problema que la estrategia de Walzer presenta ha sido identificado con claridad por Honneth. Se trata de que la articulación hermenéutica de los principios de la sociedad deja en suspenso el problema de si tales principios son válidos desde un punto de vista normativo, es decir, si son igualmente válidos para todos los miembros porque los considere como miembros libres e iguales de la sociedad en cuestión. Aunque la crítica interna desarrollada por medio de la interpretación procede por medio de un camino reconstructivo. La interpretación misma consiste en una reconstrucción de los principios normativos de la sociedad, de tal manera que si el sendero de la interpretación parte de principios debidamente justificados, el planteamiento sería compatible con el que Honneth propone para la Teoría Crítica. Es por estas razones que una crítica social no puede ganar claridad si no asume el giro reflexivo que la Teoría crítica sugiere a través de la crítica inmanente de la sociedad. Este giro reflexivo no se dirige de los principios a la crítica de la sociedad, sino que realiza una reflexión en torno a los principios recurriendo a las exigencias que la razón ha ganado en su despliegue.

                    
[1] Axel Honneth recuerda que es habitual en la Teoría Crítica distinguir entre la “crítica fuerte” y la “crítica débil”. La crítica fuerte es la crítica externa a la sociedad (que Honneth asocia acertadamente con la posición que John Rawls asume en Teoría de la justicia – aunque no aclara si el Rawls del Liberalismo político, o de Justicia como imparcialidad. Una reformulación o El derecho de gentes también puede asociarse a esta crítica fuerte), mientras que la crítica débil es de carácter interna a la sociedad. Cf. HONNETH, Axel; Crítica reconstructiva de la sociedad con salvedad genealógica. Sobre la idea de “crítica” en la Escuela de Frankfurt, en: Patologías de la razón. Historia y actualidad de la teoría crítica, Madrid: Katz, 2009. P. 54. Ahora bien, lo que Honneth denomina “crítica fuerte” no se identifica con la primera forma de crítica que presentamos aquí, aquella de viene de una sociedad a otra, sino que sólo se identifica con la segunda forma. La razón puede ser porque la primera no parece ser filosóficamente tan relevante, pero nosotros consideramos que es políticamente relevante y que ha habido posiciones filosóficas que se han apegado a esta, comenzando por Aristóteles, quien consideraba superior la forma de vida de la polis griega frente a la de los pueblos bárbaros.
[2] Tal como señala Michael Walzer, Rawls no toma en considera que la sociedad que está criticando desde sus principios de justicia cuenta ella misma con sus propios principios de justicia y basta con realizar un trabajo de interpretación hermenéutica para poder sacarlos a la luz. De acuerdo a Walzer, la “posición original” desde la que Rawls procura obtener los principios de justicia sería análoga a buscar conseguir tales principios sacando a las personas, que forman parte de una sociedad en la cual sus vidas y sus relaciones sociales tienen pleno significado, y llevarlas a un hotel para que olviden los principios de la justicia que operan en su sociedad y busquen comenzar desde un punto cero para que deduzcan racionalmente los principios de justicia que pueden sacar una vez que se encuentran sometidos a un velo de ignorancia lo suficientemente espeso. Cf. WALZER, Michael; Moralidad en el ámbito local e internacional, Madrid: Alianza Editorial, 1996. P.55.
[3] Michael Walzer, en su libro Interpretación y crítica social da cuenta de tres formas de crítica, que identifica con tres senderos de crítica moral de la sociedad: el sendero del descubrimiento, el sendero de la invención y el sendero de la interpretación. El primero procede a descubrir nuevos principios morales desde los cuales se critica la sociedad. Este descubrimiento puede ser de carácter religioso, y en ese caso se trata de “revelación”, de una moral de carácter religioso. Pero también puede asumir un camino no religioso y se puede pretender descubrir los principios en el orden natural, como lo hacen determinadas posiciones del derecho natural, o descubriendo, por medio de una “indagación más incisiva” en la naturaleza humana, tal como lo hace el utilitarismo de Jeremy Bentham. El segundo sendero procede a inventar los principios de la crítica por medio de procedimientos racionales, como es el caso de John Rawls. Finalmente, el tercer sendero procede a articular los principios presentes en la sociedad actual por medio de la interpretación. Walzer considera que solo el tercer sendero representa una forma válida de crítica social. El sendero del descubrimiento no es válido porque carece de argumentos fuertes que lo soporten. Apelar a una revelación divina o a una penetración racional en la naturaleza del mundo no resultan argumentos convincentes. El segundo sendero también es débil porque exige que tomemos distancia del mundo social en el que nos encontramos para poder hallar los principios de crítica o de justicia. Esa abstracción supone podemos asumir el punto de vista de ninguna parte, pero ello es imposible porque siempre nos encontramos insertos en sociedades con instituciones y prácticas concretas. Por el hecho de ser seres encarnados y constituidos socialmente, el sendero de la interpretación es el único adecuado para realizar una crítica social que pueda tomarse en serio. Cf. WALZER, Michael; Interpretación y crítica social, Buenos Aires: Nueva Visión, 1993.
[4] La diferencia entre los conservadores y los neoconservadores radica en que mientras los primeros rechazan la modernidad en su conjunto (tanto cultural, política como económica), los neoconservadores aceptan la modernidad económica y aprovechan las condiciones del mercado, rechazan la modernidad cultural (como el matrimonio para todos) o la modernidad política (la democracia). El proyecto neoliberal, sistematizado Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Milton Friedman, toma su fuerza de su alianza con los neoconservadores al intentar poner el marcha la realización de un mercado global autorregulado que necesita que los cambios culturales y políticos se congelen para implementar las reformas económicas necesarias. Es más, los neoliberales son neoconservadores: necesitan estabilizar los aspectos culturales y políticos para que el modelo económico no se modifique.
[5] HONNETH, Axel; Crítica reconstructiva de la sociedad con salvedad genealógica. Sobre la idea de “crítica” en la Escuela de Frankfurt, en: Patologías de la razón. Historia y actualidad de la teoría crítica, Madrid: Katz, 2009. P. 55.
[6] Cf. WALZER, Michael; Interpretación y crítica social, Buenos Aires: Nueva Visión, 1993. Allí Walzer desarrolla el sendero de la interpretación de tal manera de que en él encaja perfectamente la crítica social desarrollada por los profetas de Israel. Los profetas no proceden por el sendero del descubrimiento, como lo hace la religión conservadora, sino por el sendero de la interpretación. El profeta interpreta la sociedad a la luz de principios que va reconstruyendo, y a partir de ello procede a criticarla. De esta manera se abre el potencial crítico importante que proviene de lo que se conoce como “religión profética”. Al respecto, véase WEST, Cornel; La religión profética y el futuro de la religión capitalista, en: MENDIETA, Eduardo y Jonathan VANANTWERPEN (Ed.); El poder de la religión en la esfera pública, Madrid: Trotta, 2011, y también WEST, Cornel; Black Prophetic Fire, Boston: Beacon Press, 2014. Respecto de los profetas de Israel Cf. HESCHEL, Abraham, Los profetas, Buenos Aires: Paidos, 1973. La Teología de la liberación desarrollada por Gustavo Gutiérrez también se inscribe en el punto profético de la religión, puesto que se plantea como una teología que se desarrolla desde la reflexión sobre las prácticas sociales desde las prácticas mismas. Ésta se plantea como una teología inductiva (que comienza de la práctica misma, es decir, de la experiencia de fe de las personas, especialmente, los menos aventajados de la sociedad) y no como una teología deductiva (que procede de axiomas externos a la práctica desde la cual proyecta exigencias morales, doctrinales y rituales que buscan estabilizar las relaciones de la sociedad y evitar el cambio social). Ciertamente, no se trata de que la Teología de la liberación se encuentre inscrita en la Teoría crítica, pero, en tanto teología inductiva es interpretativa y reconstructiva. Asume el sendero de la interpretación que Walzer ha presentado y por lo tanto rechaza el sendero del descubrimiento, que sería en el que se encuentran insertas las teologías deductivas. Al respecto, Cf. GUTIÉRREZ, Gustavo; Teología de la liberación. Perspectivas, Lima: CEP, 2008 y GUTIÉRREZ, Gustavo; Beber en su propio pozo: en el itinerario espiritual de un pueblo, Lima: CEP, 2011.

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